RASTROGRAFÍAS
Colección de obras de arte co-creadas por el paso del tiempo, la acción de los elementos naturales y por Carlos Herraiz.
De niño, buscaba fósiles con mi padre. Me obsesionaba partir rocas con un martillo y un cincel y descubrir helechos milenarios atrapados en ellas, o caracolas de mar petrificadas en medio de la montaña. Siempre me fascinó ver cómo la acción de los elementos y del tiempo, podían llegar a transformar de forma tan bella la materia. De ahí nació mi pasión por la arqueología.
De joven, mi trabajo es crear Rastrografías. Para ello, primero hago de arqueólogo de objetos cotidianos abandonados a la suerte de la erosión del viento, la lluvia, el calor, la sal del mar, las humedades, el irrefrenable paso del tiempo. Mis tesoros, cuando me aventuro en los desguaces o el mar me devuelve lo que le lanzo, son lienzos pintados de líquenes, fotografías de otros tiempos reveladas por el barro, maderas carcomidas a la intemperie, espejos que ya nada reflejan... Una vez estos elementos han hecho el trabajo de dejar su rastro sobre estas superficies, llega mi turno de continuar trabajando sobre ellas. Como un arqueólogo con el pincel, voy rescatando del pasado, la huella que dejó un silencio, el vacío de un olvido, fragmentos rotos de una memoria. Es, en definitiva, un trabajo en equipo. Esto son las Rastografías: Obras de arte co-creadas por artistas naturales y por mí.
De mayor, Dejaré que la sal del mar, la lluvia buena que cala, la arena del viento, la humedad del invierno, se incrusten en mi piel arrugada y así, desnudo, restregaré mi cuerpo vapuleado sobre un gran lienzo y crearé mi mejor Rastrografía.
RASTROGRAFÍAS
Colección de obras de arte co-creadas por el paso del tiempo, la acción de los elementos naturales y por Carlos Herraiz.
De niño, buscaba fósiles con mi padre. Me obsesionaba partir rocas con un martillo y un cincel y descubrir helechos milenarios atrapados en ellas, o caracolas de mar petrificadas en medio de la montaña. Siempre me fascinó ver cómo la acción de los elementos y del tiempo, podían llegar a transformar de forma tan bella la materia. De ahí nació mi pasión por la arqueología.
De joven, mi trabajo es crear Rastrografías. Para ello, primero hago de arqueólogo de objetos cotidianos abandonados a la suerte de la erosión del viento, la lluvia, el calor, la sal del mar, las humedades, el irrefrenable paso del tiempo. Mis tesoros, cuando me aventuro en los desguaces o el mar me devuelve lo que le lanzo, son lienzos pintados de líquenes, fotografías de otros tiempos reveladas por el barro, maderas carcomidas a la intemperie, espejos que ya nada reflejan... Una vez estos elementos han hecho el trabajo de dejar su rastro sobre estas superficies, llega mi turno de continuar trabajando sobre ellas. Como un arqueólogo con el pincel, voy rescatando del pasado, la huella que dejó un silencio, el vacío de un olvido, fragmentos rotos de una memoria. Es, en definitiva, un trabajo en equipo. Esto son las Rastografías: Obras de arte co-creadas por artistas naturales y por mí.
De mayor, Dejaré que la sal del mar, la lluvia buena que cala, la arena del viento, la humedad del invierno, se incrusten en mi piel arrugada y así, desnudo, restregaré mi cuerpo vapuleado sobre un gran lienzo y crearé mi mejor Rastrografía.